jueves, 1 de mayo de 2008

Mi muñeca de trapo

"Playa de Oro", es una acogedora vereda, lleva este nombre porque los españoles en su búsqueda del dorado creían que allí las playas estaban llenas de oro, lo que no se dieron cuenta era que tenían tesoros más grandes que el mismo oro que estaban buscando, la alegría de la gente, su cadencia, tranquilidad y hospitalidad hacen de "Playa de Oro" uno de los mejores lugares para vivir.

Niños de "Playa de Oro", comunidad del municipio de Tadó

Cuando era niña mi papá viajaba mucho por su trabajo y llegaba cada 8 o 15 días a la casa, así que las ansias cada vez que sabíamos que iva a llegar no nos dejaban dormir. Uno recuerda cosas extrañas y más aun de cuando está tan pequeño (4 o 5 años), así que lo que estoy contando, no sé con certeza, si en realidad es un recuerdo o hace parte de una construcción de situaciones de mi imaginación infantil de aquella época. Sin embargo, es una escena tan real, que estuvo en mi cabeza al realizar este relato, que dudo mucho sea una reelaboración ficticia.

Mi papá llegó como lo había dicho y mientras comía le dijo a mi mamá que le alcanzara el bolso porque nos traía algo de regalo, así, sacó del interior tres bolsitas, que luego de mirar el contenido, las repartió entre nosotras, una para cada una;
al abrir la bolsa encontré un amasijo dorado, tejido a propósito… ¡con tanto enredajo!. Mientras mi mamá me ponía aquellos pequeños amasijos en las orejas me explicó que eran aretes de filigrana, y que la filigrana era como un hilo de oro con el que hacían joyas y que eso lo hacían en el Chocó, que era de donde venía de trabajar mi papá en aquella ocasión. Luego, mi padre se sentó en el suelo con nosotras y trató de dar respuesta a mis preguntas, las de una niña de cuatro años con su hermanita de dos años, sobre que era el Chocó.

"...es un sitio grande, lleno de árboles más de los que hay en Támesis (pueblo del suroeste antioqueño en donde pasábamos las vacaciones), está lleno de maleza como la huerta del abuelito, hace mucho calor como cuando vamos a piscina a Comfama de Girardota, llueve todo el día y la gente es negrita, negrita como la muñeca de trapo que te regalamos Verónica, pero es muy pobre y como son tan pobres los niños no tienen ropa." Imagínense mi imagen del Chocó a ésta edad: pegotudo, acalorado, lleno de maleza que pica, con gente negra y mojada, como mi muñeca de trapo pero sin el delantal que ella tenía.

Con el tiempo, la imagen del Chocó ha cambiado más que un poco a aquella primera caricatura sobre él y me han permitido acercarme de una manera mas real por medio de mi trabajo y mis viajes realizados al municipio de Tadó.

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